LA HIGIENE FACIAL.
Tener una disciplina para cuidar y proteger nuestra cara de factores externos como el sol, contaminación, cigarro y mala alimentación, nos permite lucir más jóvenes, eliminar las toxinas que hay en nuestro cuerpo y prevenir ciertas enfermedades e infecciones que son comunes en la dermis, como espinillas, y algunos tipos de dermatitis.
Es necesario seguir todos los días una rutina de limpieza facial, con el objetivo de retirar las células muertas que habitan en la superficie de nuestra piel e impiden que nuestra dermis respire y tenga una adecuada oxigenación.
Pasos a seguir para una limpieza facial:
El primer paso para que la limpieza facial sea efectiva es conocer a fondo nuestra piel. Los productos deben adaptarse a las características de nuestra cara, ya sea de piel seca, grasa o mixta, y también de si el ambiente en el que nos encontramos es seco o húmedo. En cualquier caso no debemos olvidar escoger productos de calidad y que favorezcan la hidratación. Maria Galland y Klapp son las dos marcas punteras recomendadas por nosotros, ya que se adaptan perfectamente a las necesidades de cada tipo de piel.
Comenzaremos la limpieza facial eliminando las impurezas de la piel con un desmaquillante. Si llevamos maquillaje lo eliminaremos, y en caso contrario la leche limpiadora nos servirá para eliminar las impurezas diarias de la contaminación y la exposición de la cara.
En segundo lugar aplicaremos un tónico facial tónico facial necesario para que el pH de la piel quede equilibrado, sobre todo si previamente hemos realizado algún tratamiento con exfoliantes que puedan irritar la piel.
Por último aplicaremos una buena crema hidratante , preferiblemente de base acuosa, para hidratar la piel al máximo. En caso de que haya zonas afectadas por problemas concretos de acné, heridas, manchas etc, podemos recurrir a cremas concretas para tratar esas zonas antes de aplicar la crema hidratante sobre toda la superficie de la cara.
¿Cuales son los mayores enemigos de nuestra piel?
-El tabaco. El cigarrillo hace que los poros de la piel se obstruyan, lo cual aumenta la probabilidad de que salgan granos. Además produce una degeneración celular, que se traduce en un envejecimiento prematuro de la piel. Sumado a esto, el tabaco contribuye a la formación de arrugas, manchas y mantiene la piel con un tono apagado y gris.
-El Sol. Los rayos solares constituyen un verdadero enemigo para nuestra piel. Los rayos UV y UVA generan un daño acumulativo e irreversible en la piel, contribuyendo enormemente en la aparición de manchas, arrugas y en la pérdida del tono.
-La falta de agua. La deshidratación es fatal para la piel. Para lucir una piel más radiante y sana es fundamental beber agua en cantidad necesaria y lavar la cara con agua fría por las mañanas y por las noches, ayudándola a mantener nuestra piel hidratada y elástica.
-El estrés. El exceso de preocupaciones, la falta de sueño, el nerviosismo… etc., son todos los enemigos de una piel reluciente. Hay que tratar en lo posible de mantenernos relajados y tranquilos, y en periodos de mayor estrés tendremos que dar a nuestra piel cuidados especiales como por ejemplo la reflexología facial.
-El azúcar. El problema es que el azúcar vuelve nuestra piel opáca y promueve la aparición de granitos y acné.
-Alteraciones de peso. Los cambios bruscos de peso hacen también un gran daño a nuestra piel. Como consecuencia de estas alteraciones de peso la piel pierde su elasticidad y tono volviéndose flácida. Para tener una piel tersa hemos de procurar llevar una alimentación saludable y practicar ejercicio regularmente.